Mujeres y montañas. Nacimiento del Pirineísmo femenino tiene el sentido de esas historias que se amplían, se incluyen, y nos ayudan a entender el mundo de un modo más completo y diverso, para habitar las costumbres de otra manera y provocar cambios. Y nos recuerdan que lo extraordinario, hoy y cualquier día, puede suceder.
Por eso tener entre mis manos la reedición del libro de Marta Iturralde, que ganó allá por 2002 el Premio Desnivel de Literatura de Montaña, Viajes y Aventuras —compartido con otra maravilla como es Cuentos de las montañas de cuento, de Rosa Fernández-Arroyo— es una alegría.
El libro cuenta siete narraciones noveladas, situadas entre 1792 y 1858, protagonizadas por mujeres que desafiaron las leyes de sus tiempos y sociedades, para abrirse camino en las montañas del Pirineo. Además de un libro necesario, es un ejercicio de lectura muy interesante, divertido, conmovedor y didáctico. Sobre todo, porque reconstruye de una manera muy convincente las experiencias de las pioneras en el montañismo pirenaico. Desde Rosalie Ramond hasta Alice Prévost, diversas circunstancias personales e históricas, a veces muy dramáticas, han empujado a estos seres vibrantes a aventurarse por lugares entonces muy poco explorados: el Pico de Entre los Puertos, el Pic du Midi de Bigorre, la Hourquette d’Ossoue, la Brecha de Rolando, el Monte Perdido, el Vignemale y el Aneto.
No es un recorrido profundo y exhaustivo por cada una de esas vidas interesantes, privilegiadas y valientes. Pero ese viaje es una puesta en contexto, a través de sus protagonistas, de una época, de un lugar de la mujer en esta historia de montañas, de lo que representa la aventura, de lo que ciertos actos, que en principio no cambian nada el mundo sino solo el destino de sus protagonistas, pueden contribuir a un profundo cambio desde la sacudida, la sorpresa, la inspiración, la alegría… que son, a mi entender, los motores más poderosos para propiciar las transformaciones.
«¡Que las mujeres no se expongan en absoluto, en las altas montañas, a las fatigas, a los peligros extraños a su sexo, a lo que podría ser censurable! La timidez, el desmayo, son en ellas cosas naturales, a menudo graciosas y amables. Que dejen, pues, ese bastón de punta de hierro que, en sus manos, es vano y ridículo…», abogaba en 1828 Étienne-Gabriel Arbanère, en su Cuadro de los Pirineos franceses. Afortunadamente, no le hicieron del todo caso. Aunque está bien tener en cuenta la historia como herramienta para reconstruir el presente, para acabar de entender comportamientos que todavía hunden sus raíces en nuestro pasado. Y aceptar con dolor que hay vidas aplastadas por la historia, el contexto sociocultural y su propia realidad.
Todas las protagonistas de Mujeres y montañas se enfrentaron a cosas sencillas o complejas que para sus colegas varones jamás fueron obstáculos. Este libro ayuda a entender el contexto histórico y las dificultades para acceder a la montaña a dependiendo qué personas. Y, entre lo novelado, nos facilita datos objetivos, como el material o la ropa utilizada. Porque no eran solo las dificultades sociales o las propias de la montaña. También había temas prácticos que condicionaban enormemente la aventura, como, por ejemplo, que aquellas mujeres ni siquiera podían encontrar el calzado adecuado de su talla.
Y ellas iban adelantadas y valientes, también cargadas sus mochilas de prejuicios, con sus faldas, sus zapatos y todo lo que tanto pesaba, lo que hace que para mí aún tenga más valor.
Caminar de espaldas a tu mundo llevando tu mundo a cuestas.
Me conmueven que actos tan insignificantes y a la vez tan visionarios de algunas mujeres puedan hacer menearse las conciencias y ensanchar las miradas.
Qué motivación, qué valor, qué deseo, qué iniciativa.
Recogiendo lo que expresa Joanna Russ en el maravilloso libro Cómo acabar con la escritura de las mujeres: «Para comportarse de forma […] sexista y racista y mantener el privilegio de clase […] solo hace falta actuar como requieren las costumbres, la normalidad, el día a día, la buena educación».
Pues Mujeres y montañas habla precisamente de todo lo contrario: de mujeres rebeldes, valientes, decididas, que actuaron de manera diferente a lo que requerían las costumbres, la normalidad, el día a día y la buena educación. Y gracias a estas desobedientes aventureras los caminos hacia las montañas se nos hicieron un poco menos escarpados.
Marta Iturralde hace gala de toda su sensibilidad y experiencia montañera para transmitirnos su visión de aquellas históricas ascensiones. El resultado es una narración intimista y personal, donde el esfuerzo de reconstrucción ha sido tan riguroso como el de documentación.
En estas preciosas páginas te sumerges en cada historia, casi parece que estemos ahí compartiendo la aventura con ellas, inspirándonos para comprender que quienes podemos cambiar el estado de las cosas somos nosotras: las propias mujeres innovadoras y transgresoras y desobedientes para crear nuevos modelos de vida, diversos y plurales; por lo menos las que tenemos el privilegio de transitar por las montañas.
