LA INFLUENCIA DE ANTOINE GIRARD

Parapente: ¿el teleférico de las grandes montañas?

Las actividades que mezclan alpinismo y parapente, disciplina conocida como paralpinismo, están tomando un importante auge gracias al impulso de un carismático personaje: el francés Antoine Girard.

Antoine Girard
Antoine Girard
José I. Gordito | No hay comentarios |

Más allá de descender de las montañas de forma rápida y con menor exposición a los peligros objetivos de las mismas que propone el parapente, o de emplear un ala para conectar diferentes escaladas al estilo de los encadenamientos alpinos de los años ochenta y noventa (arte que siguen practicando muchos escaladores) Antoine Girard está a la vanguardia de quienes han comenzado a utilizarlo como método de aproximación. La mecánica consiste en subir a pie unos pocos metros de desnivel desde un área poblada para despegar y remontar, como mínimo, hasta los campos base habituales evitando marchas de aproximación de varias jornadas.

Hasta ahí todo es perfectamente lícito pues ¿qué diferencia hay entre contratar porteadores para caminar con el equipo hasta la base de una montaña y emplear un método limpio y respetuoso con el medio ambiente, que además permite realizar actividades en total autonomía?

Con ese atractivo plan Girard, especialista en vuelo-vivac en lugares remotos y recordman de altitud en los Andes y el Himalaya, ha involucrado a distintos compañeros entre los que se encuentran Fabian Buhl, Julien Duserre y Damien Lacaze. Junto a ellos ha puesto en marcha y perfeccionado un método que impresiona y que, sin duda, traerá mucha cola. No en vano el propio Buhl ya lo ha utilizado con éxito en 2022 para aproximar y alcanzar la cumbre de la Gulmit Tower, de 5.800 metros, en el valle paquistaní de Hunza. Esta montaña cuenta con la peculiaridad de que no se puede acceder con porteadores hasta su base dado el enorme riesgo de avalancha, caídas de seracs, desprendimientos de piedras y secciones muy inclinadas de roca lisa.

Girard lleva explorando las posibilidades de este sistema, que él denomina “el teleférico del Himalaya”, desde 2018. Primero fue una tentativa al Spantik (7.027 m.) gigante del que tuvo que batirse en retirada. En 2021 volvió a la carga para realizar finalmente la ascensión en el día, partiendo de Karimabad (2.800 m.). La aventura comenzó a eso de las 11:30 para remontar hasta los 6.400 metros, aterrizar, dirigir sus pasos a la cumbre (que alcanzó sobre las 17:15), despegar hora y cuarto después y concluir aterrizando en la ciudad punto de partida a las 19:30. La remontada aérea permitió evitar una larga aproximación y el tránsito a pie por un peligroso plató colmado de grietas.

Antoine Girard
Antoine Girard

Abriendo nuevos horizontes

El hecho de poder acometer escaladas que de otro modo serían más difíciles, tremendamente peligrosas o incluso imposibles concede de por sí un importante atractivo y justifica la combinación del alpinismo y el parapente.

Sin embargo, la mezcla no está exenta de acalorados debates éticos pues hay quienes consideran que si la aproximación no se realiza con el método tradicional la ascensión no debe tenerse en cuenta. O que si no se camina de bajada el círculo no se cierra y, por tanto, la actividad queda incompleta.

Igualmente está el hecho de que en ocasiones el acceso en parapente no se efectúa hasta la base de las montañas sino que también se salvan tramos comprometidos de sus partes bajas, acortando notablemente el recorrido de unas ascensiones que, tal vez, hay quienes vean como “menos ascensiones”.

¿Éticamente correcto?

Aunque el uso del parapente en la montaña no es nuevo, el sistema del que hablamos sí resulta relativamente novedoso. Y ya sabemos que todo lo “desconocido” no está libre de valoraciones o críticas, en ocasiones durísimas. Muchas tienen fundamento y otras son solo la expresión vehemente de opiniones personales, todas ellas lícitas si, desde mi punto de vista, son respetuosas.

Como sabéis soy uno de esos alpinistas para los que la ética tiene un gran valor. Creo que exponer “cómo” se hace una ascensión, “el modo” en que se resuelve una vía… dota de entidad a la actividad. Pero no se trata de concluir si algo está bien o mal pues considero que -salvo si una acción es aberrante por escasamente respetuosa con los individuos, el colectivo o la naturaleza- cada persona debe contar con la suficiente libertad individual para disfrutar de la montaña a su manera.

Durante décadas he sido defensor a ultranza de la escalada libre en hielo y mixto. Y no para que otros escalasen de ese modo, sino para evitar confundir rutas resueltas en libre con las escaladas en un estilo diferente al definido como tal. Evidentemente ambas pertenecen a distintas familias y no pueden, ni deben ser consideradas “lo mismo”.

Fabian Bühl desde la cima del Cerro Torre preparando el parapente
Fabian Bühl desde la cima del Cerro Torre preparando el parapente

Para mí, algo resulta correcto desde un punto de vista ético si se conoce con claridad cómo se ha hecho. Subir un ochomil con oxígeno artificial es subir un ochomil, sí… ¡pero con oxígeno artificial! Resulta evidente que su valor no puede ser equiparable a realizarlo prescindiendo del mismo.

Escalar una vía de roca con caídas no es encadenar; alcanzar la cadena tras agarrarse a una cinta exprés no es liberar… Y por supuesto poner pie en el campo base de una montaña usando el parapente tiene en mi conciencia un valor extra por su limpieza y audacia, pero remontar hasta un rellano que está 100 metros por debajo de la cumbre me transmite poco de ascensión alpina y mucho de vuelo aterrizando prácticamente en la cima.

Hablar con rigor permite conceder una dimensión a cada aventura, especialmente en estos tiempos de “me gusta” compulsivos donde se aplauden cosas sin importancia mientras auténticas proezas pasan desapercibidas unas veces por desconocimiento y otras, las más, debido a esa rápida fecha de caducidad que imprimen la inmediatez y la creación de nuevos contenidos.

La filosofía de Antoine Girard es casi idéntica a la de otros alpinistas y pilotos entre los que humildemente me incluyo. Valora el esfuerzo, el gusto por el alpinismo y la magia de un paralpinismo que combina las dos disciplinas a partes iguales para ir más allá. Para inocular una dosis de aventura en un maravilloso mundo de aventura.

Él mismo dice que si los teleféricos están aceptados en los Alpes para aproximar a ciertas rutas, ¿qué motivo hay para no admitir el parapente en lugares difícilmente accesibles?

Y tú… ¿qué opinas?

José I. Gordito

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