TRAGEDÍA EN MARRUECOS

Juan Bolivar, padre espeleólogo superviviente Marruecos: “La camilla con el accidentado cayó al agua pero nos dijeron que estaba bien”

Hablamos con Juan Bolivar, el padre del único superviviente del accidente que sufrieron los tres espeleólogos en Marruecos. Acompañaba a su hijo en la actividad, pero se separó durante unos días para seguir una ruta diferente. Analizamos lo ocurrido con el fin de evitar que estas situaciones vuelvan a producirse.

Autor: Darío Rodríguez | 35 comentarios |
El grupo de espeleólogos antes de separarse al comienzo del barranco. De izquierda a derecha: Juan Bolivar (padre)
El grupo de espeleólogos antes de separarse al comienzo del barranco. De izquierda a derecha: Juan Bolivar (padre)

Juan Bolivar (52 años) es un padre experto en espeleología con mas de 30 años de experiencia. Él y su hijo Juan (27 años) formaban parte de un grupo de espeleólogos que viajaron a Marruecos. Decidieron dividirse para hacer actividades diferentes. La alarma saltó cuando los tres miembros del grupo no acudieron al punto de reencuentro, situado en el pueblo de Tagreb. Juan Bolivar vivió en primera persona un rescate llevado a cabo por personas sin preparación ni medios adecuados. De nada sirvieron las llamadas a la embajada española explicando lo que estaba ocurriendo.

Su relato no es solo la vivencia de un padre que colabora y vive en directo desde el primer momento el rescate de su hijo y sus dos compañeros. Es también la visión de un experto que puede valorar el desarrollo de las maniobras de rescate.

Tú estabas allí y sabes lo que ocurrió.
Desgraciadamente he estado presente. Digo desgraciadamente porque tenía que haber actuado alguien antes de que llegáramos nosotros.

«Íbamos bien preparados»

Viajáis a Marruecos todos juntos para hacer barranquismo. En un momento dado decidís separaros unos días para hacer actividades distintas. ¿Por qué?
Íbamos seis personas. Lo previsto era que los seis hiciéramos el cañón completo, pero perdimos un día en la aproximación y a partir de ahí decidimos no hacerlo y dividirnos. Antes fijamos el lugar de encuentro, que sería tres días después, aunque ellos querían hacer su actividad en dos y medio. Nosotros seguimos el plan de hacer una ruta por la zona de la Catedral con un guía.

¿El terreno era complicado?
Teníamos dificultades de comunicación por móvil, pero es un barranco que no tiene una dificultad extrema. Se hace en verano casi como un paseo. Ahora había algo más de dificultad por la nieve y la posibilidad de hielo, por eso íbamos bien preparados. Nos separamos sabiendo que no teníamos cobertura.

¿Cuándo descubrís que las cosas no iban bien?
Llegamos al punto de encuentro en Tagreb en la fecha fijada y ellos no. Les dimos un día de margen porque la nieve les podía ralentizar si andaban con raquetas o habían usado los crampones. En cualquier caso iniciamos la búsqueda inmediatamente y dimos la voz de alarma lo antes que pudimos, que fue al día siguiente al mediodía porque no teníamos cobertura. Tuvimos que caminar hasta conseguirla, llamamos a la embajada española y también a nuestro grupo de espeleología. También hablamos con un refugio de montaña en el que nos dijeron que había tres españoles que estaban teniendo problemas para llegar por la nieve, así que eso nos tranquilizó. A las tres horas hablamos con uno de ellos y vimos que no eran de los nuestros. Ahí empezó la pesadilla, andar de un sitio para otro, intentar alquilar un helicóptero…

«Todo fueron impedimentos. Intentar ralentizarnos»

¿Qué problemas os encontráis?
Todo han sido impedimentos, [el personal de Marruecos] intentó que parásemos, nos pedían el pasaporte todo el rato… El primer día nos asignaron un gendarme que fue con nosotros, al día siguiente se montó en nuestro coche hasta que alguien le dijo que se fuese. El fin era intentar ralentizarnos y que no siguiésemos.

“A la embajada española le hicimos una lista con el material que íbamos a necesitar para hacer nosotros el rescate”

En las primeras llamadas le pedís una lista de material a la embajada española en Marruecos para llevar a cabo vosotros mismos el rescate.

El mismo miércoles, cuando llamamos a la embajada, les indicamos que, por pura lógica y por sensatez, si había habido algún problema era en el barranco y les indicamos que es allí donde había que buscar. Les pedimos que nos pusieran los medios, lógicamente pagándolos de nuestro bolsillo. Les hicimos una lista con el material que íbamos a necesitar para el rescate para que nos lo consiguiesen y luego pagárselo nosotros. En todo momento nos dicen que sí, pero la cruda realidad es que no lo hicieron. Incluso les pedimos que nos gestionasen un helicóptero para realizar la búsqueda que nos ofecimos a pagar nosotros. Para nosotros no era un problema económico… allí estaba mi hijo. También tuve una desgarradora conversación con Julia, la viuda de José Antonio, en la que ambos acabamos llorando. Me dijo: no escatiméis en gastos.

«Pedimos alquilar un helicóptero, pagándolo nosotros…»

Nos enteramos de que el jueves había un equipo en España listo para salir y pedimos a la embajada que por favor hiciera las gestiones necesarias. No hubo forma. Se limitaron a reprocharnos que no llevásemos el material que la gendarmería había dicho que era obligatorio. Insistían mucho en el GPS y en una baliza. Llevábamos dos, mi hijo también llevaba un reloj GPS, pero eso sirve para ubicarte, no para que te localicen. En el fondo del barranco no sé si la baliza hubiese servido… pero no la llevábamos.

“Es difícil encontrar algo que no buscas”

Lo que ocurre los siguientes días, hasta el viernes, es que el grupo del que forma parte Juan Bolivar padre divisa a los accidentados en el fondo del barranco. Se resume en esta frase que nos dice: “Es difícil encontrar algo que no buscas”. Juan Bolivar nos explica que la gendarmería marroquí sí que hizo pesquisas en los pueblos de los alrededores pidiendo el pasaporte a los extranjeros que se encuentran en la zona. No buscan en la montaña. Tampoco en el barranco. Para ellos, sin embargo, que tienen que hacer la búsqueda a pie, no fue difícil encontrarlos.

“El primero que descendió del primer helicóptero que aterrizó fue un cámara de televisión”

¿Cómo les localizásteis?
Había tres días de camino que hicimos andando y en coche. Cuando los localizamos dimos parte a la embajada y les dimos las coordenadas. Nosotros teníamos algo de equipo de rescate porque siempre nos gusta tener cabos, equipo de ascenso y descenso…. Lo que no llevábamos eran cuerdas. Conseguimos una de 50 metros que nos dio un grupo que estaba en la zona. Cuando localizamos a mi hijo y a sus compañeros empezamos a usar lo poco que teníamos. Buscamos un sito más bajo que luego usó la gendarmería y comenzamos a montar allí la instalación con spit y unas placas. Cuando lo teníamos a medias ya nos dimos cuenta de que nos faltaba cuerda. Nosotros no hubiéramos podido llegar hasta ellos… Entonces vimos llegar el helicóptero y pensamos que todo se había puesto en marcha. El primero que descendió fue un cámara de vídeo y un par de muchachos mal equipados con cuerdas muy gruesas, de 14 milímetros. Nos pidieron que les dejásemos nuestra cuerda porque nos les llegaba la que traían y desmontamos lo nuestro. Aún así les faltaba más cuerda y tuvieron que esperar.

“Una situación dantesca. Los gendarmes iban en chándal, mal equipados, no tenían puños bloqueadores, utilizaban prusiks….”

¿Los rescatadores llevaban el equipo adecuado?
Nos encontramos con una situación dantesca. El equipo de rescate tuvo que ser rescatado por la Guardia Civil. Los muchachos [gendarmes] iban en chándal, solo algunos llevaban anorak, tenían arneses muy básicos, cuerdas colgadas en lugar de equipamiento. No llevaban ningún bloqueador para el ascenso. Nuestra sorpresa fue cuando hicieron un nudo Prusik con unos cordinos y empezaron a hacer así el aseguramiento para la bajada. Luego vimos a una persona subir con dos nudos Prusik que se destrozó las manos. Con aquello se nos cayó el alma encima. Se lo comunicamos por teléfono a la embajada, les dijimos que aquello no era un equipo de rescate. Era gente que no sabía lo que hacía, ni siquiera sabían donde estaban. No conocían el barranco. Incluso nos preguntaron el nombre.

“Por un accidente de unos espeleólogos no vamos a crear un conflicto con Marruecos… nosotros no hemos pedido tanques … sólo material para hacer un rescate”

La factura de teléfono no miente, en ella están reflejadas las muchas llamadas que hemos realizado a la embajada, fuerzas de seguridad… Nos decían que por un accidente de unos espeleólogos no iban crear un conflicto con Marruecos. Una respuesta sorprendente porque nosotros no estábamos pidiendo tanques ni cañones sino cuerdas y material de rescate… Esa frase fue muy repetida por la embajada y por las autoridades españolas con las que hablamos…. Era sorprendente: había ocurrido un desgraciado accidente y lo único que pretendíamos era rescatar a alguien.

Un nudo prusik es adecuado para una situación de emergencia pero no para un rescate…
En el grupo de espeleología todos los años hacemos un curso que se llama ‘Técnicas de fortuna’ donde se enseña a los nuevos espeleólogos a usar los nudos Prusik como elemento que te puede sacar de una situación difícil. Pero en ningún momento se puede utilizar como sistema y menos con los medios que hay hoy. Hace 40 años que los puños bloqueadores están en el mercado.

«Arriba todo parecía un desastre y abajo era igual»

En un momento del rescate decidís bajar vosotros mismos
Bajamos [el domingo] porque nos preocupó la situación, parecía que habían parado el rescate. Estaban de brazos cruzados, no tenían comunicación con la parte de abajo porque se les habían acabado las pilas del walkie. Lo hicimos un poco a las bravas porque no nos dejaban descender. Arriba todo parecía un desastre y abajo era igual. Nunca he visto una instalación de ese tamaño sin una sola chapa o un tornillo. Fijaron la primera cuerda sobre una piedra: la rodearon con la cuerda, hicieron un nudo y así toda la instalación hasta doscientos metros para abajo. Era una piedra con mucha arista y en la primera sí pusieron una mochila, la típica de colegial pequeña, para evitar el roce. Eso fue todo, no había más y era un peligro que la cuerda se rompiese. Cuando se terminaba una cuerda fijaban la siguiente de otro  punto de anclaje natural…y así sucesivamente. Bajamos hasta donde tenían la única polea, que era sencilla, sin bloqueo, para ello utilizaban nudos Prusik.

¿Cómo era la cuerda?
La cuerda gruesa que vino primero era estática. El material que descargaron de los helicópteros era nuevo porque lo desprecintaron allí, aunque parecía que lo había comprado una persona que no sabía bien qué compraba. Traían cuerda dinámica. 

Una polea, prusiks, una cuerda dinámica, una sola persona tirando… y la camilla cae al agua…

Intentan tirar de la camilla con esa cuerda dinámica… ¿Qué ocurre?
Meten a José Antonio en la camilla, tiran de la cuerda y la camilla cae al agua. Nosotros lo vemos desde arriba y les preguntamos qué pasa, nos dicen que no nos preocupemos, que la camilla ha tocado el río pero tiene patas y que en ningún caso el cuerpo toca el agua. Esto no era cierto, era la clásica camilla metálica que no tiene patas. Se puede ver en algún vídeo, tanto de la gendarmería, que no sé para qué los ha colgado, como de la Guardia Civil, que sí eran gente experta y hacen su trabajo muy rápido. La camilla cae al agua, había dos gendarmes en la parte final de la cuerda, uno de ellos tuvo que bajar para ayudar a montar a José Antonio Martínez en la camilla y el otro era el que tiró de la cuerda.

«Nos dicen que han dejado a José Antonio en una repisa intermedio con un gendarme, comida y mantas… Era mentira» 

Una sola persona tirando de una cuerda dinámica, sobre una polea que se bloquea con prusiks…. Se cae la camilla al agua y os dicen que no la ha tocado… Luego hay un momento en que dejáis de ver la camilla y os dicen que estéis tranquilos.
Desde el punto donde estábamos se dejó de ver la camilla y preguntamos qué pasaba. Nos dijeron que no había ningún problema, que lo habían tenido al subirla pero que ya estaba solucionado. Nos dijeron que estaba en una repisa intermedia y que el herido estaba atendido en todo momento por un gendarme que le había dado de comer y mantas. Todo era mentira, tanto que incluso tenían sin mantas a sus propios gendarmes. De esto nos enteramos al día siguiente. Cuando bajamos por las cuerdas los vimos arrinconados y les preguntamos que por qué no tenían mantas. Nos dijeron que no les habían bajado. También les preguntamos que cómo habían pasado la noche y nos dijeron que con mucho frío.

«Podían haber pedido ayuda y no dejar abandonada a una persona…»

Tu hijo oye a José Antonio quejándose por la noche de que se está ahogando…
Sí, es de una crudeza tremenda. Yo puedo entender que los rescatadores marroquís eran chavales, que parecía que los mandaban al patíbulo con un arnés de pecho sin material y muchos nudos. Eran gente muy joven y puedo entender que no tuvieran fuerzas, pero podían haber pedido ayuda y no dejar abandonada a una persona. Había casi 40 personas arriba, en el campamento que montaron.

En la pared había, según nos has contado, un máximo seis personas. El sábado os quedáis tranquilos pensando que se encuentran bien y a la mañana siguiente decidís bajar por las cuerdas fijas….
El operativo de rescate estaba paralizado, no sabíamos por qué. Nos seguían diciendo que para las 12h estarían fuera. Pero no veíamos movimiento.

Sabían que había ocurrido algo…
Si, claro… sabrían ya que había fallecido José Antonio.

«Hicieron público que había un muerto, un herido y un ileso. No dijeron los nombres y nos tuvieron a tres familias con el alma en vilo»

¿Cuándo os enteráis vosotros?
Hasta la media mañana del domingo sólo sabemos que hay un muerto, un herido y un ileso, pero no teníamos nombres. Preguntábamos quién era quién, las familias teníamos el corazón en un puño, pero no nos decían nada. Conseguimos enterarnos porque al final logramos que le pasen un walkie a mi hijo, un compañero habló con él y ya le dijo quién era quién. Al poco de esa conversación, parece que tiraron de la cuerda  para intentar levantar la camilla y metieron a José Antonio físicamente bajo el agua. Si no había fallecido durante la noche por hipotermia, que era probable, con esta maniobra…

«Le dije a mi hijo: no dejes que te rescate esa gente»

Le tienen toda la noche metido bajo el agua, con la cabeza por fuera, y la primera maniobra que hacen para intentar rescatarle es hundir la camilla del todo.
Exactamente. Cuando lo ve mi hijo, coge el walkie de uno de ellos y me dice “papá, contad con dos muertos”. Me dio tiempo a decirle: “No dejes que te rescate esa gente”. Él me dijo: “quieren que me enganche una cuerda al mosquetón y tirar de mi”. Le dije que no lo hiciera. Llevaba seis días allí y mas valía que siguiera otros dos más antes que ponerse en manos de esa gente. ¡Querían subirle a pulso enganchado a una cuerda con un mosquetón! Mi hijo tiene mucha experiencia, lleva desde los 15 años haciendo espeleología, todos los años hacemos cursos de espeleosocorro. Le planteo la opción de enviarle un arnés pero me dice que está muy débil y que no se atreve a subir tanta cuerda en ese estado… eso en los pocos minutos que me dejan hablar con él. Le dije que se esperara a que le rescatara alguien con conocimiento.

«Protección Civil de Marruecos con ayuda de los bereberes llegaron hasta el lugar del accidente en unas cuatro horas andando»

Y Protección Civil de Marruecos gracias a la ayuda de los bereberes llega hasta tu hijo caminando por el barranco…
Sí, en el rescate hay dos equipos muy diferentes: por un lado la gendarmería, con un despliegue de medios espectacular desde un punto de vista peliculero, con helicópteros, tiendas de campaña, paquetes de comida de la armada francesa… y pocos conocimientos. Por otro lado está Protección Civil que, sin tanto alarde, fueron en coches todoterrero y cogieron a unos bereberes de la zona, una gente extraordinaria. Ellos son los que rescataron a mi hijo y le llevan hasta el pueblo más cercano en una marcha de unas cuatro horas.  Este grupo de Protección Civil se había instalado en la aldea. Era gente que tenía menos medios pero que estaba más preparada. Sabían lo que hacían. Eran como dos mundos. Entre ellos había una cierta competitividad aunque ambos dependían del Gobierno marroquí.

La Guardia Civil rescata a dos gendarmes e impide que la tragedía sea mayor

La Guardia Civil, cuando llega, hace un rescate muy rápido de los cuerpos y también de dos gendarmes marroquís: uno colgado de la cuerda con el ocho y el Prusik bloqueado, que hubiera fallecido, y el otro que está en una repisa mal abrigado y sin comida.

“Llevar todo el material necesario para caso de accidente. No avisar a la embajada española”

Juan Bolivar es así de categórico al analizar los hechos: «Sé que me van a criticar por lo que voy a decir, pero tras la experiencia que he vivido, mi consejo para quien vaya a Marruecos a hacer actividad es llevar todo el material necesario para caso de accidente. No avisar nunca a la embajada española”.

Esta noticia está basada en varias conversaciones que hemos mantenido con Juan Bolivar.

Aquí puedes oír la entrevista que se emitió en la sección sobre montaña y aventura que todas los lunes realiza Darío Rodríguez en el programa de radio Al Pimer Toque, de Onda Cero, y que dirige Héctor Fernández.

El grupo de espeleólogos compañeros de Gustavo Virués, José Antonio Martínez y Juán Bolivar, que hicieron lo posible antes las autoridades marroquíes y españolas por colaborar en el rescate, estaba formado por: David Virués y Juan Rengel -que permanecieron en el poblado inferior- y Juan Bolivar, Pepe Morillas, David García y Diego Bolivar que permanecieron en la parte superior acompañados por tres bereberes.

El grupo contaba con tres seguros: tarjeta federativa, seguro privado de accidentes deportivos y seguro de viajes. 

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