A mediados de junio de 1985, una cordada italiana formada por Gian Carlo Grassi, Renzo Luzi y Mauro Rossi sacó partido de una ventana de tiempo inusitadamente frío por la época del año para meterse en la cara sur de las Grandes Jorasses. Las habituales caídas de piedras se mantuvieron congeladas y, con nocturnidad y alevosía, trazaron durante 12 horas una nueva línea sobre el hielo en memoria del mago del hielo, Gianni Comino.
Durante los casi 35 años que han pasado desde entonces, nadie había llevado a cabo una repetición y la Via in memoria di Gianni Comino había ido ganando reputación como una leyenda prácticamente irrealizable. No obstante, Yann Borgnet y Charles Dubouloz han demostrado que sí era posible. Han buscado las condiciones invernales apropiadas para detener el bombardeo de piedras de otras temporadas y han logrado esa ansiada primera repetición después de diez horas de ascensión, en este caso diurnas… o casi.
En enero y a -12ºC
La primavera marca el inicio de la temporada de ascensiones en los couloirs del Mont Blanc. No obstante, Yann Borgnet siguió con detalle la evolución de las condiciones de la sur de las Grandes Jorasses y entrevió una opción para intentar su sueño. Reclutó a su amigo de la infancia Charles Dubouloz y ambos quedaron en Annecy a las 2:00 de la madrugada del 21 de enero para encaminarse a Val Ferret.
Al final de la carretera, el termómetro marcaba -12ºC, pero eso no iba a desanimar a los dos escaladores, que iniciaron la aproximación a pie hacia las 4:00 horas. Su idea era plantarse en la base de la pared al amanecer, aunque las condiciones no les permitieron comenzar a escalar hasta las 9:30 horas, ya con el sol bien alto, aunque oculto por un manto de nubes.
El desplome de la rimaya los activó enseguida. Uno metros más allá, el único largo de mixto de toda la pared y dos repisas verticales. Unos largos técnicos más arriba, empieza a desplegarse la famosa travesía de izquierdas, seguida de una serie constante de canales heladas. El viento añadió un grado extra de dificultades a la ascensión, que culminó ya de noche y con los dos protagonistas absolutamente agotados.
La arista cimera fue todo un desafío para ambos en aquellas condiciones. Finalmente, a las 19:40 horas pisaban la cumbre de la Punta Walker.
Descenso tenso
El subsiguiente descenso agotó todas las energías de Yann Borgnet y Charles Dubouloz. El cansancio, la mala visibilidad y la imposibilidad de usar el GPS les llevaron por una línea equivocada en su camino hacia el refugio Boccalatte Hut, donde planeaban descansar. Tuvieron que remontar unos centenarers de metros antes de volver a descender y, por fin, hallar la invisible estructura a las 4:00 de la madrugada. Excavar un metro de nieve para liberar la puerta fue el esfuerzo final para una larguísima jornada.
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