EXPLORANDO

Annapurna Este, 35 años

El 29 de abril de 1974, Josep Manuel Anglada, Jordi Pons y Emili Civis alcanzaban los 8.026 metros del Annapurna Este, logrando la primera ascensión absoluta a la montaña y la primera nacional a un ochomil, confirmando el salto cualitativo emprendido por aquella generación.

La cara sur del Annapurna  ()
La cara sur del Annapurna
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«Han pasado 35 años. El montañismo nacional ha hecho 50.000 escaladas mucho más difíciles… y estoy satisfecho de que nuestra expedición sirviera para que nuestros alpinistas entraran de lleno en el Himalayismo». Así valora hoy Josep Manuel Anglada la expedición española al Annapurna Este de abril de 1974. Un derroche de humildad, teniendo en cuenta que él, junto a Emili Civis y Jordi Pons, completaba 23 horas de marcha, sin utilizar oxígeno suplementario, soportando los envites de tormentas eléctricas y el eco de las avalanchas, para lograr la primera ascensión nacional a un ochomil. Un ochomil que permanecía virgen.

35 años han pasado desde aquella jornada en la que la cordada contemplara desde los 8.026 metros el Machapuchare, el Anapurna III o el Gangapurna, gigantes en sombra cuya visión les regaló una espléndida luna. «Fue un momento maravilloso», recuerda Anglada que así lo contaba en el relato de la expedición: «Para subir los últimos ochenta metros tardamos dos horas. A las nueve de la noche, a caballo en la arista de roca que forma la cumbre, nos abrazamos y quedamos enmudecidos por unos momentos. Son tantos los factores que constituyen una expedición, son tantos los esfuerzos que hemos realizado y los problemas que hemos tenido que resolver, dependemos tanto de los amigos y colaboradores, de los compañeros situados más abajo en los diferentes campamentos, y han sido tantos años de ilusiones, que ahora que lo hemos conseguido, solos, en la cumbre, estamos totalmente emocionados».

Habían dado el salto definitivo en una etapa de cambio, en la que llegaban nuevas ideas y nuevos materiales. Tras las exitosas expediciones a los Andes, en el 61, y la del Hindu Kush, siete años más tarde, la del Annapurna Este era una empresa ambiciosa que vino a confirmar la visión futurista de aquella generación. «Teníamos mucho respeto a la montaña. Había leído mucho sobre las expediciones que se desarrollaron hasta entonces y sabíamos que nos enfrentábamos a algo serio». Tan serio como la vertiente norte del Annapurna, con una irritante tendencia a arrojar nieve allá donde uno se cree seguro, y que había frustrado las expediciones italiana y japonesa de 1973, cobrándose siete vidas. Pero si por algo destacó Anglada, siendo el gran referente de una etapa que presentaría un nuevo método de enfrentarse a las grandes montañas, fue por ser un hombre preparado.

Un vistazo al futuro

Doscientos porteadores y seis sherpas se unieron a Anglada, Xavi Pérez Gil, Emili Civis, Jordi Pons, Antoni Villena, Mariano Anglada (médico), Enric Benavente y Eduardo Blanchard para transportar, durante casi tres semanas de agotadora aproximación, los más de 7.000 kilos de material necesarios para la expedición. «Nos sobró muchísimo material, pero no sabíamos si íbamos a estar tres o cuatro meses en la montaña». Los tiempos cambian, y lo que hoy se considera habitual, en aquellos primeros pasos por el «Corazón mítico del Himalaya» todavía resultaba tanto una novedad como una complicación. «Los porteadores no estaban tan acostumbrados como hoy. Tuvimos problemas durante la aproximación y con los sherpas durante la ascensión, a los que les pudo el miedo», hecho que provocaría la escisión del equipo en dos, siendo escogidos Anglada, Pons y Civis para el intento cimero y Gil, Martín y Villena como encargados del soporte. «Éramos los que más habíamos trabajado en aquella empresa y también los que más experiencia teníamos. Pensamos que si la montaña brindaba una nueva oportunidad los más jóvenes podrían intentarlo. Pero al final, durante nuestro ataque, nos dimos cuenta de que iba a ser aquella ocasión o ninguna». La incertidumbre, los sueños y la adrenalina iban a encontrar su punto de ebullición dos años después de iniciarse los preparativos para la expedición. «Antes para emprender una expedición tenías que currar mucho. Trabajar, dar conferencias y hasta vender postales. Lo más importante era tener muchos amigos para que te ayudaran».

Una idea de Lionel Terray, quien recomendó a Anglada el Annapurna Este como objetivo, se convertía el 29 de abril de 1974 en la primera ascensión de un ochomil por españoles, con un estilo y una vehemencia, logrando la primera absoluta de la cumbre, que iban a marcar el camino del nuestro himalayismo. Fue un salto al futuro.»Todavía hoy nos reunimos y lo celebramos. Fue una experiencia importantísima para nosotros».

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