Análisis de accidentes

Caída de un alpinista por la vertiente norte del Veleta

Analizamos un accidente ocurrido en el corredor norte del Veleta (una caída que provocó la fractura de ambas piernas), en el que en especial las prisas no permitieron valorar correctamente los riesgos. La buena actuación de los compañeros y la profesionalidad de los servicios de rescate posibilitaron un desenlace afortunado.

Análisis de accidentes: Caída de un alpinista por la vertiente norte del Veleta
Análisis de accidentes: Caída de un alpinista por la vertiente norte del Veleta
Comité de Seguridad FEDME | No hay comentarios |

Sierra Nevada está situada en Andalucía, entre las provincias de Granada y Almería. El pico del Veleta, tiene una altitud de 3.396 metros. La actividad que nos concierne es el ascenso a este pico, en concreto por su corredor norte.

Relato de los hechos:

Salimos del Albergue Universitario un grupo de siete amigos, era un 5 de mayo alrededor de las 9:30 h de la mañana. Esta actividad es la típica que uno lleva muchos años queriendo hacer. Además, la compañía no podía ser mejor. Un buen grupo de amigos y montañeros. Todos pertenecemos al mismo club y nos conocemos desde hace muchos años.

La previsión meteorológica era de inicio de la jornada despejada pero, conforme se fuera aproximando el mediodía, habría intervalos de neblina, con temperaturas no especialmente frías para la época y ninguna precipitación.

La travesía andando de aproximación hasta las Posiciones del Veleta (lugar de inicio del rápel) transcurre sin ningún tipo de problema. Justo antes de llegar aquí comienzan a aparecer las primeras placas de hielo y paramos para colocarnos los crampones. Llegamos sobre las 10:30 h de la mañana al inicio del rápel que nos baja a un circo donde se inicia el corredor. Nos encontramos con más gente preparando el rápel de descenso hacia los Corrales. De momento somos unas quince personas que ese día queremos realizar actividades por la misma zona. Ha caído la temperatura y empieza a cubrirse la montaña con la niebla.

Para no acaparar la reunión de descenso, decidimos dividir el grupo. Primero bajarán cuatro de nuestro grupo y luego bajará un grupo de gente ajena a nuestro equipo. Y al final descenderemos los tres restantes de nuestro grupo.

Desde que el primero empezó a descender hasta que llegó el último de nosotros hasta la base del rápel transcurrió una hora. Eran las 11:30 h de la mañana. Los cuatro compañeros que bajaron primero esperaron un tiempo prudente, hasta que el frío, la niebla y el viento, les hizo tomar la decisión de continuar marcha. Se estaban enfriando. En la base del rápel no hay muchos sitios donde cobijarse, estaban muy expuestos.

El primer compañero del segundo grupo pudo hablar con ellos antes de que se alejaran y se perdieran entre la niebla. Quedaron en ir más lentos para que nos podamos reagrupar. Bajamos los dos últimos componentes del grupo y comenzamos a recoger las cuerdas. Es un rápel bastante alto, por lo que habíamos unido dos cuerdas de sesenta metros.

Una vez recogidas las cuerdas, nos ponemos en marcha. Aunque forzamos la marcha no conseguimos alcanzar a nuestros cuatro compañeros más adelantados. Seguimos sus huellas, o eso creíamos. Llegamos a un punto en el que comienza una fuerte pendiente ascendente. Sacamos de las mochilas un segundo piolet, para seguir el ascenso. El compañero que va primero me cede el paso. Tomo la iniciativa del grupo y retomo el ascenso. La nieve está bien. Los piolets se clavan seguros y el paso con crampones es firme.

Pico Veleta 3396m - Canuto Norte (IIIº-2+)
Pico Veleta 3396 m – Canuto Norte (IIIº-2+)

Llegamos a la base de la pared rocosa. Es aquí donde comienza una travesía horizontal por nieve con fuerte pendiente, es uno de los puntos más delicados de la actividad. Una repisa inclinada de apenas dos o tres metros de anchura en vertical, cubierta de nieve–hielo y que acaba en cortado con una caída de seis o siete metros.

Antes de realizar el paso, nos paramos para descansar y comentamos cómo nos encontramos. Yo le comento a mi compañero que estoy cansado. Creo que las prisas y el estrés por alcanzar a los compañeros, junto con la exigencia de la ruta, me estaban pasando factura

Aun así, cojo aire y comienzo la travesía horizontal. El paso es delicado, pero no me asusta. No es más difícil que otros que ya había hecho. Tengo confianza. Además, hay huella, ya han pasado.

Análisis de accidentes: Caída de un alpinista por la vertiente norte del Veleta
Análisis de accidentes: Caída de un alpinista por la vertiente norte del Veleta (foto real).

Cuando llevo seis metros de progresión horizontal, me paro para acomodarme. Suelto el piolet derecho clavado sobre la pared y, de repente, se me rompe la placa de hielo que pisa el pie derecho. Me resbalo y arrastro el pie izquierdo también. Empiezo a deslizarme con el piolet izquierdo en la mano, rápidamente intento volver a clavarlo, el otro lo había soltado y lo pierdo. Pero es imposible.

Todo ocurre muy rápido y apenas hay tiempo de reacción, caigo al vacío deslizándome por la fuerte pendiente. Antes tropiezo con los pies en el borde de la repisa rocosa donde se me debieron clavar la punta de los crampones, lo que provoca que dé una vuelta de campana hacia atrás completa. No sé cómo ni dónde caigo pero, después de impactar de nuevo contra la base del cortado rocoso llena de nieve, empiezo a deslizarme de nuevo sobre ella, cogiendo velocidad.

No puedo ver nada. Cierro los ojos con fuerza ante la impotencia. Siento otro golpe más, aun así, no me duele nada, no siento nada, y a toda velocidad sin posibilidad de pararme, solo espero el último golpe. Pero poco a poco voy perdiendo velocidad hasta que me detengo.

No me lo puedo creer, lo primero que pienso es que estoy vivo. Me sorprendo de la sangre fría con la que me analizo y observo todo lo que me rodea.

Me hago un chequeo de cabeza a pies. Estoy un poco aturdido, pero me encuentro sorprendentemente bien. Intento mover las piernas con ayuda de las manos. Me cojo de la tela del pantalón y estiro, pero es imposible. El dolor es muy agudo. Tengo fractura de tibia y peroné en ambas piernas. Una de ellas es abierta.

Uno de los miembros del primer grupo que me vio caer comienza a descender sin pensárselo, y está a punto de irse ladera abajo. Las prisas y los nervios casi le provocan un accidente a él también.

Hay muy poca visibillidad por causa de la niebla. Dispongo de walkie talkie con el que puedo comunicarme con los compañeros de mi grupo. Por fin hacen unas maniobras montando varios rápeles y dos de mis compañeros consiguen llegar hasta donde yo estoy.

Son las 11:50 h de la mañana. Los compañeros construyen una repisa en mitad de la ladera para hacerme una cama sobre la que acomodarme. Me cubren con mantas térmicas y me abrigan con toda la ropa que tengo en la mochila y con sus chaquetas.

Alrededor de las 17:00 h horas aparecen dos rescatadores del GREIM. A las 00:30 h de la noche llego al hospital después de un largo rescate.

Momento del rescate en el accidente del Veleta, con los compañeros dando ánimos.
Momento del rescate en el accidente del Veleta, con los compañeros dando ánimos (foto real).

Reflexiones sobre el accidente por parte del accidentado:

Desde mi punto de vista hicimos bastantes cosas mal o mejorables. Pero quizás la más destacable fue la infravaloración de los riesgos y el exceso de confianza en mí mismo. Dos errores muy frecuentes y 100 % evitables.

Pienso que uno de los errores más graves que cometí fue querer alcanzar al grupo que teníamos por delante. Una vez que nos quedamos descolgados tendría que haber calculado los riesgos mejor y no dejarme llevar por las prisas que provocó el querer cumplir este objetivo.

En vez de seguir una huella, que realmente no sabía dónde me llevaba a ciencia cierta, tenía que haber levantado la cabeza más a menudo, para valorar dónde me metía y tomar decisiones más precisas de la situación. El problema principal no fue la falta de materiales, ni de elementos de aseguramiento, ni la falta de tiempo, ni de conocimientos. El error fue pensar que nada me podía pasar si seguía esas huellas.

Análisis causal del accidente por parte del comité:

Como se suele decir, “las prisas matan”, y esto es un ejemplo que da significado al refrán. Podríamos decir sin dudas que este es el mayor contribuyente, o precursor cognitivo, en la cadena causal del accidente.

La pregunta a realizarse en un caso como este, podría ser, «¿Por qué una salida de amigos adecuada a sus capacidades físico-técnicas termina en una carrera? Una vez leído el relato, claramente se ve un encadenamiento de malas decisiones, que por separado no tenían que haber terminado en accidente, pero cuando se concatenan sí que pueden provocarlo.

Más precursores del conjunto de causas es una elección de la hora de inicio de la actividad, por mucha luz que tengamos en mayo, un corredor a tres mil metros de altura no se puede empezar a las 9:30 am. Y menos aun conociendo la previsión meteorológica que preveía la aparición de una neblina que cubriría las zonas altas a partir del mediodía.

A partir de aquí se van encadenando más causas “previsibles” por iniciar tan tarde la actividad, primero coincidieron con otro grupo de personas que van a hacer una actividad en la misma zona en el único rápel que da acceso, esto se produce a tres mil metros de altura, en una zona venteada y cubierta de una fina niebla prevista a media mañana.

Por cortesía parece que deciden dividir el grupo durante el descenso para dar paso a otro grupo. Todo esto, provoca dos circunstancias que llevará a la mitad del grupo del accidentado a llevar un retraso que había que recuperar.

Análisis de accidentes - Factores:  Caída de un alpinista por la vertiente norte del Veleta
Análisis de accidentes – Factores: Caída de un alpinista por la vertiente norte del Veleta

A partir de aquí, el sesgo que condiciona la toma de decisiones que dirige, e influye, sobre lo que viene a posteriori es “ir deprisa para alcanzar a nuestros compañeros”. Este sesgo o anclaje mental es tan grande a nivel inconsciente que toma prioridad sobre los aspectos de evaluar el entorno de forma precisa y racional.

Todo estaba listo para justificar aumentar (forzar) un ritmo de progresión a tres mil metros de altura con la finalidad de alcanzar a los compañeros. Nuestro protagonista, en su relato, se da un baño de realidad cuando llega a un paso muy expuesto que sabe que va a requerir de todos sus sentidos.

En este punto, se toma un respiro y reconoce a sus compañeros que ha ido a un ritmo más fuerte de lo que debía y que se encuentra cansado. No olvidemos que el alpinismo es un deporte que requiere saber dosificar fuerzas, y si no lo hacemos, cuando necesitamos las fuerzas puede ser en el lugar donde un pequeño fallo tenga unas consecuencias muy graves, y este fue el caso.

Al final, todo acaba en un resbalón en el momento que hemos soltado un piolet y con solo dos apoyos en terreno helado con fuerte pendiente, lo que da pocas oportunidades de detenerse.

Finalizar diciendo que, sobre la forma de actuar de sus compañeros, solo se puede decir que sin duda el accidentado le debe la vida a lo bien que actuaron confeccionando una zona cómoda de espera en plena pendiente y una situación de confort térmico que evitara la hipotermia, nuestro peor enemigo en este tipo de accidentes donde la victima queda inmóvil encima de la nieve.

Pon atención:

Esto es un análisis de un caso que te puede ayudar a ver defectos en tu toma de decisiones, en esta y otras actividades de montaña. Nadie está libre de accidentes por muy experto que sea, pero igualmente todos somos libres de tomar decisiones más seguras.

– Comité de Seguridad FEDME.

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