A menudo se cuenta que el territorio que hoy ocupan Asturias y Cantabria resistió a la romanización. No es del todo cierto. La prueba irrefutable son las calzadas que atraviesan los Picos de Europa, como la que cruzaba el desfiladero de La Hermida siguiendo el río Deva o la que salvaba las montañas por el puerto del Pontón y llegaba hasta el mar siguiendo el río Sella. Pero la más importante es la que atravesaba los Picos de norte a sur empleando la canal del Duje: es la conocida como la calzada de Caoro o Portudera.
La calzada de Caoro unía la costa cantábrica, a la altura de Llanes, con el hoy valle de Liébana. Fue construida durante las guerras cántabras, entre los años 29 y 19 a.C., para someter a las tribus de orgenomescos, refugiados en el Monte Vindio (hoy Picos de Europa).
Cerca de la localidad cabraliega se conservan largos tramos de empedrado original. La vieja calzada fue utilizada durante siglos por viajeros, comerciantes, pastores, y ya más cerca de nuestros días, por «contrabandistas» que sacaban de manera clandestina el mineral de las explotación de Andara.
La excursión que aquí proponemos da la oportunidad de conocer el tramo más montañero de la calzada, el que discurre entre Tielve y Arenas de Cabrales.
Itinerario
El pueblo de Tielve, a medio camino entre Puente Poncebos y Sotres, es el comienzo de esta excursión que nos permitirá conocer los tramos mejor conservados de esta calzada romana y empaparnos de cultura pastoril gracias a las muchas majadas que encontraremos en el camino. Tenemos que dirigirnos a los lavaderos, donde comienza un camino que gana rápidamente altura dirigiéndose hacia el sureste. No, no estamos equivocados, aunque Arenas de Cabrales está al norte, el primer tramo de la excursión parece alejarse del objetivo.
En este primer tramo veremos muchas sendas que salen a nuestra izquierda y derecha; no hay que tomar ninguna de ellas y seguir el camino más evidente que discurre pegado a la pared rocosa siguiendo una vieja línea eléctrica. A los cuarenta y cinco minutos de caminata, siempre ascendente, llegaremos a las majadas de Valfrío, un bonito conjunto de cabañas rodeado de fresnos.
El camino las cruza y sigue hacia las de Tobaos, otra majada que se esconde detrás de la siguiente loma, pero no llegaremos a ella, sino que ascendemos por el valle de Los Regueros cerrado en la parte superior por una cuchilla rocosa que salvamos por la derecha, para llegar al collado de la Cruz de Entrejano.
Unos metros antes de llegar a él debemos girar a la izquierda (noroeste) para subir por una rampa herbosa al Jorcao la Morzal desde el que un camino evidente y con tramos armados nos lleva hasta el collado de Posadorio. Un mojón indica el límite del Parque Nacional. Aunque no es el punto más elevado, el collado ofrece unas magníficas vistas de los macizos Oriental y Central de los Picos de Europa.
A continuación, bordeamos el Jou Caballo y ascendemos hacia El Mojón, el collado que da acceso a la hermosa majada de Tordín, a la que merece la pena bajar para refrescarnos en la fuente de Pumedió, pasear entre las cabañas y ver la cueva de La Grayera.
El camino se desdibuja entre los helechos y los brezos que cubren el terreno y no es difícil «despistarse» por algunas de las trochas creadas por el ganado. De la majada de Tordín salimos hacia el oeste para ascender al collado Fuente de Viña, que recibe el nombre de la fuente que brota un poco más abajo, al oeste. El camino se desdibuja entre los helechos y los brezos que cubren el terreno. Para terminar de complicar las cosas, aparecen numerosas trochas creadas por el ganado.
Hay que ir atentos a las marcas blancas y amarillas del PR para no despistarse. La siguiente majada es la de Tambrín y, muy cerca, la de Humardo, un grupo de cabañas en buen estado. A partir de aquí caminaremos sobre las viejas piedras colocadas por los obreros a sueldo de Roma.
La calzada se interna en el bosque, por el que transcurre con unas cuantas revueltas que desembocan en el collado Tambrín. Por debajo de este collado, el terreno es propicio para las majadas, y podemos ver las cabañas de La Bolera, El Jornial, Los Praducos y El Toral.
En la bifurcación de caminos que encontramos nos dirigimos a la derecha y en seguida podemos ver Arenas de Cabrales y el valle del Cares. Siguiendo hacia el noroeste, pronto llegamos a la Cruz de Pruvia. En éste y en otros topónimos, el término «Cruz» significa cruce de caminos o encrucijada.
Seguimos bajando por el camino magníficamente empedrado que se interna en el hayedo. Más abajo, las hayas son sustituidas por las encinas entre las que se intercalan floridos majuelos. Por este bosque, la Calzada de Caoro, perfectamente conservada, serpentea entre los árboles y nos permite ver Arenas desde alguno de los claros. Llegamos así al collado Castiello en el que hay un gran castaño parcialmente quemado. Robles, avellanos y castaños se van alternando en el terreno.
En el camino veremos muchos cuerres, cerramientos de piedra de forma cilíndrica en los que se ponían a secar las castañas, que constituían una parte sustancial aporte nutritivo en otras épocas. Poco más abajo pasamos por encima del canal de agua del río Cares que proviene de Puente Poncebos y que se dirige al embalse de la Electra de Viesgo, que podemos apreciar más abajo y a la derecha.
Seguidamente, llegamos al barrio de Cares de Arenas de Cabrales, muy cerca del Puente Cares, en una pronunciada curva de la carretera AS-264, que se dirige de Arenas de Cabrales a Puente Poncebos.
Ficha práctica
- Tipo: lineal.
- Comienzo: Tielve Final: Arenas de Cabrales
- Desnivel: +500 m y -1100 m.
- Horario: 5 h.
- Cartografía: hoja 56-1 del IGN. 1:25 000.
- Track: https://desni.in/967f3
- Observaciones: la ruta exige combinar dos coches o utilizar un taxi.
