Cuarenta y seis kilómetros son muchos para hacerlos a pie si uno no es un maratoniano. Son los que hay desde la carretera de Montiel hasta el castillo de Peñarroya, los extremos oriental y occidental, respectivamente, del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Por este motivo, esta es una excursión que pide ser hecha en bicicleta — mejor de montaña—. Por otra parte, si uno no está preparado para meter entre pecho y espalda casi cien kilómetros yendo y viniendo en el día, necesitará contar con el concurso de dos vehículos o contratar la recogida con alguna de las empresas de turismo activo que trabajan en la zona.
También se puede organizar como ruta de fin de semana yendo hasta Argamasilla de Alba y regresando al día siguiente.
Itinerario
El Camino Natural comienza en el kilómetro 15 de la carretera de Montiel, CR-640, en el desvío hacia la laguna Blanca. Transcurrido el primer kilómetro el camino llega al cortijo de Lizana, donde gira a la derecha para acercarse a la laguna Blanca, la más elevada del parque natural. Su agua, cargada de carbonato cálcico, tiene un color azul verdoso, y cuando se seca, este carbonato se deposita en el fondo y los bordes, dando lugar a la tonalidad blanca que la distingue.
Esta laguna desaparece con frecuencia porque al ser la más alta de todo el sistema sufre antes que ninguna la bajada del nivel del agua subterránea. Nos rodean sabinas, encinas y monte bajo con tomillares y romerales, que alternan con algunas parcelas agrícolas y, en las zonas más próximas a la laguna Blanca, choperas cultivadas.
El camino llega a una bifurcación en una zona alta desde donde se contempla el paisaje de monte bajo mediterráneo, antes de descender por una fuerte pendiente algo pedregosa. El tramo que sucede es muy arenoso. La segunda laguna que encontramos es la Concejo.
Los carrizos, espadañas y juncos no dejan ver la superficie del agua, salvo cuando el camino gana altura. El asfalto da paso a la tierra en las inmediaciones de la laguna Tomilla. Comienza un tramo compartido de un kilómetro. Las señales indican la distancia y direcciones a las diferentes lagunas y a la población de Ruidera. En un giro al final de la laguna Tomilla pasamos a la otra margen cerca de un restaurante.
El camino, otra vez de tierra, transcurre por una zona de chalets hasta la laguna Tinaja. En este tramo se haya la formación denominada Plaza de Toros. La siguiente laguna que encontramos es la de San Pedro. A lo largo medio kilómetro, el camino discurre entre esta laguna y la Tinaja hasta llegar a un cruce donde ingresa de nuevo en la carretera asfaltada. Son solo 600 metros los que habrá que ir por ella antes de abandonarla cuando esta entra en una urbanización y un camping.
Continuamos por el camino que recorre el margen sur de las lagunas y donde veremos también señales y carteles que corresponden a los itinerarios oficiales del parque natural y a la Ruta de Don Quijote. Iremos dejando atrás sucesivamente la laguna Lengua, la Santo Morcillo y la Batana. En La Colgada nos separaremos brevemente del agua por la cañada de las Azadillas para regresar de nuevo a la orilla y continuar bordeándola. Esta es la laguna más larga del complejo.
La sucede la laguna del Rey, cuyo paramento natural aprovecha la N-430. Cruzamos esta con precaución y comenzamos a bajar. Pero antes de continuar es oportuno acercarse a Ruidera para repostar agua y viandas, pues a partir de aquí no encontraremos ningún lugar donde aprovisionarnos. En la bajada, a nuestra derecha, vemos la cascada del Hundimiento.
Al mirador se accede por unas escaleras que bajan a una plataforma desde donde se divisa el salto de agua; sin duda el más espectacular de todos los del parque natural. El Hundimiento separa las lagunas altas de las lagunas bajas (laguna Cueva Morenilla, Coladilla y del Cenagal o Cenagosa). Son todas muy parecidas, poco profundas y sus barreras tobáceas están muy degradadas y casi completamente cubiertas por un denso y alto cinturón de eneas y espadañas. Pasada la laguna Coladilla, aparece a nuestra derecha un vetusto canal.
Es el canal del Gran Prior o canal de Villanueva. Quedan pocos vestigios de esta importante obra hidráulica que mandó construir en 1781 el infante Gabriel, hijo de Carlos III, Prior de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén y propietario de estos territorios. Algo más adelante comienza el embalse de Peñarroya, donde el río abandona el Campo de Montiel. Vamos siempre al borde del agua — o en su nivel máximo, pues el embalse acusa bastante la sequía— y en un momento dado, gira a la izquierda, sube una fuerte pendiente, pasa por delante de una solitaria construcción con paredes de un blanco deslumbrante —las casas de Parra— y se aleja del embalse para adentrarse en el monte. En el tronco de una encina se aprecia la marca del sendero GR 114.
Después de una bifurcación y un cruce llegamos a otro importante cruce que resolvemos hacia la derecha. No hay que temer que los continuos cambios de dirección nos despisten pues todos los puntos conflictivos tienen señales. Los cultivos de cereal, viñedos y algunos almendros nos rodean durante unos tres kilómetros. Después, volvemos a entrar en el típico monte mediterráneo mientras bajamos al valle ocupado por el el río Guadiana y el canal de Peñarroya, que suministra agua a la zona regable de Peñarroya, entre Tomelloso y Argamasilla de Alba desde el embalse del mismo nombre.
Desde aquí distinguimos perfectamente la presa y el castillo de Peñarroya. Muy poco después de cruzar el río Guadiana, en las Casas de los Cerrillos, dejamos que las señales del Camino Natural sigan su rumbo hacia Argamasilla de Alba (a 11 kilómetros de distancia) para girar 180 grados al este y entrar en un camino que va a dar a la CM-3115 por donde transitaremos medio kilómetro hasta llegar a la entrada del castillo.
Si se va caminando, se puede ir por una pista paralela al río y después subir por un sendero hasta la entrada del castillo. La fortaleza se asienta sobre una gran plataforma travertínica. Su origen es almohade pero pasó a los caballeros hospitalarios después de la batalla de las Navas de Tolosa. No se trata una edificio construido para resistir grandes asedios, sino más bien para la protección de los labradores y para garantizar el cobro de impuestos.
Seguramente funcionaría como almacén de bienes o caja fuerte de la Orden. El castillo es propiedad del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba. En la ermita que hay en el interior los pueblos de alrededor celebran sus romerías en verano. El acceso es libre. El parque natural ha señalizado una senda interpretativa que parte de castillo con seis paradas con paneles que versan sobre diferentes temas.
